martes, 3 de febrero de 2009


Todavía lloramos y que bueno que así sea, las lágrimas rara vez hacen mal.
Son siempre una catarsis, una liberación, una forma de decir que nadie es auto-suficiente.
En ésta confesión de franqueza humana, se esconde un acto de humildad
de quien reconoce que llegó a una encrucijada,y cuando esto hiere demasiado,
los ojos dicen lo que la boca no consigue pronunciar. Hay quien llora por
cualquier cosa y hay quien tiene vergüenza de llorar, cuando llorar era la única
cosa decente que podía hacerse.

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